El software privativo, desde su aparición en las pantallas de las primeras computadoras hasta llegar a lo que es actualmente (ej: en los mas modernos teléfonos), ha ido generando una dependencia tacita que pareciera que se hace cada vez, mas imprescindible; por consiguiente domina gran parte del mercado tecnológico, ofreciendo insuperables resoluciones, mas variedad, mas aplicaciones, mas programas y por supuesto mas sometimiento. Obligándonos a recibir toda esa gama de software sin dejarnos percatar (por lo rápido que es sustituido por una nueva versión), de sus ventajas o desventajas; evidentemente esto no es casual, lo que busca es expandirse para lograr establecer un dominio total, lo cual ha ido logrando, con estos programas que son de arquitectura cerrada, sin permitir actualización alguna (a menos que se haga un pago), ni mucho menos modificación a su estructura lógica.
Ahora bien, el incipiente surgimiento del software libre, busca quebrar esa hegemonía impuesta por el privativo, las primeras impresiones nos inducen a visionar un recorte de esa brecha digital, dado a su caracter de arquitectura abierta, lo cual permite actualizar y modificar en cualquier momento y dependiendo de las necesidades del colectivo, sin violentar el "derecho de autor".
Ángel González
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